Otra cagada

Cagada, otro calificativo no se me ocurre. Disculpen ustedes mi falta de imaginación. Y discúlpenme también el lenguaje soez.
Sí, una cagada, y de las gordas. Por mucho que a uno le duela, una más que se suma a las ya acumuladas –no sé cuántas exactamente porque no llevo la cuenta– en las alforjas de los errores de la coalición gubernamental formada por PSOE y Podemos, desde su toma de posesión en enero de este fatídico año 2020.
Y es que no se puede considerar de otro modo la anunciada intención de reformar la ley orgánica del Consejo General del Poder Judicial, para modificar el proceso de elección y renovación de los miembros de este órgano y acabar con las situaciones de bloqueo, como la ahora existente desde 2018 por la negativa del PP a sentarse para negociar.
Coincido con quienes estiman que llevar adelante una iniciativa como esta es un auténtico despropósito que perjudica la calidad de nuestra democracia, socava un pilar fundamental de lo que se tiene por un estado democrático y de derecho, como lo es la separación de poderes, y sí, en efecto, daña también gravemente la imagen de España en el exterior.
Un paso de esa naturaleza equipararía a nuestro país con algo parecido a una república bananera, aunque con rey. Supondría una grave ruptura del pacto constitucional de 1978 y, además, no serviría de nada. Sería peor el remedio que la enfermedad, porque no se puede solucionar el problema de una justicia politizada politizándola aún más. Es verdad que los populares llevan años pasándose por el forro aquel consenso histórico en torno a nuestra Carta Magna, aunque esto no puede servir de justificación ni excusa para hacerlo todavía peor.
Quiero pensar que dicho anuncio no es más que un farol, un amago, una medida de presión para que Casado y compañía se avengan por fin a aceptar que tienen la obligación y la responsabilidad de contribuir a renovar la institución de gobierno de los jueces.
No obstante, aun tratándose de eso, de un aviso a navegantes, si es que lo es, puede afirmarse que resulta otra gran metedura de pata que viene muy bien como arma a una oposición echada al monte que está practicando desde el minuto uno una clara estrategia de acoso y derribo contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Punto y seguido.