Feliz 2021

Afrontamos la despedida de este 2020 –annus horribilis, que diría un romano– , marcado por la pandemia de covid-19 y la crisis sanitaria más grave que se recuerda aquí en Europa a lo largo de la última centuria.

Se nos va este año 2020 que se ha llevado por delante la vida de miles de personas por culpa de ese jodido virus que, para colmo de males, se resiste a abandonarnos.

Una gripecita de nada que decíamos todos al principio, incluso en los primeros días de marzo, y que ha terminado siendo una auténtica catástrofe de dimensión mundial.

Sí, una terrible calamidad que, por cierto, ha sacado a relucir la desvergüenza y el cinismo de quienes han estado más preocupados por sacar rentabilidad política de la situación que por la salud y el bienestar de la gente, particularmente en esta España nuestra, donde estamos siempre más a la gresca que en el resto de países de nuestro entorno. Nada nuevo bajo el sol.

Ha habido y hay momentos en los que da la impresión de que nos encontramos en medio de una pesadilla o asistiendo a la proyección de una película de terror o anticipación, pero no, desgraciadamente la pandemia es algo que hemos vivido y estamos viviendo. En este caso, la realidad, como suele decirse, ha superado una vez más a la ficción y la naturaleza ha imitado al arte, en plan trágico.

Se nos va este fastidioso año 2020 que en lo colectivo nos ha proporcionado muy pocas alegrías que ahora mismo yo recuerde, entre ellas el relevo en la Casa Blanca, con la salida de Donald Trump, y el gran acuerdo de los estados de la Unión Europea para afrontar la que se nos viene encima tirando de talonario y renegando del austericidio, que tanto daño provocó en la pasada década a los pueblos europeos, muy especialmente a los del sur.

Acaba este 2020 y llega un nuevo año que todos esperamos venga cargado de parabienes, al menos de ilusión, esperanza, optimismo y vacunas, muchas vacunas, para combatir el  maldito coronavirus.

Aunque, ya puestos a pedir, pidamos también que traiga consigo más remedios para todas esas enfermedades del cuerpo que a día de hoy no lo tienen y, si es posible, por qué no, más educación, más cultura y, sobre todo, más amor para las patologías del alma…

Feliz 2021. Punto y seguido.

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