Sin periodistas no hay periodismo
Yo no compro ni leo cierto diario de la comarca cuyo nombre no voy a mencionar pero el lector ya puede imaginarse. Es más, en más de una ocasión, tentado he estado incluso de organizar una campaña en las redes sociales para boicotearlo y, si no lo hecho, ha sido para no perjudicar a los profesionales que hacen posible su salida cada mañana.
No lo compro y no lo leo por la deriva en la que se ha visto inmerso a lo largo de los últimos ocho o diez años, pasando de ser uno de los referentes informativos de la comarca a caer en lo más bajo y convertirse, como bien afirma con ironía un buen amigo mío, en el boletín oficial de determinados ayuntamientos campogibraltareños, entre ellos, el de Los Barrios. Y basta con recordar la posición militante que el medio ha adoptado en los últimos años ante determinados acontecimientos sucedidos en este municipio para constatarlo. Me viene a la memoria, por ejemplo, el tratamiento tendencioso brindado al tema de los despidos masivos llevados a cabo por el equipo de gobierno del Consistorio barreño. O cómo casi silenció las imputaciones del actual alcalde de la localidad, sobre las que pasó de puntillas o de las que ni siquiera se hizo eco, cuando eran asunto de portada y a tres o cuatro columnas.
Todo medio está legitimado para tener su propia línea editorial. ¡Faltaría más! Pero siempre y cuando no la retuerza hasta el punto de olvidarse de las exigencias de objetividad y veracidad en la información que elabora para la ciudadanía.
No me extraña que este diario del que hablamos, otrora escuela de periodistas en el Campo de Gibraltar, se encuentre hoy de capa caída. Porque, independientemente de la incidencia que haya podido tener en su situación la crisis general que ha sufrido y sufre la prensa escrita, por sus elevados costes de producción y por la competencia del boom digital y las nuevas tecnologías, su labor informativa a lo largo de los últimos dos lustros en algunos casos –a juicio de quien les escribe– no ha estado desarrollada con criterios periodísticos y ha dejado mucho que desear.
El prestigio de un diario con años de historia tras de sí no es suficiente para conservar la credibilidad. También se hace necesario que la empresa que está detrás respete y cuide a los trabajadores que se dejan la piel para que la opinión pública esté debidamente informada y pueda construir su propio relato de la realidad en la que viven.
Suscribo plenamente el comunicado difundido por el Colegio de Periodistas de Andalucía, como no podía ser de otra manera. Las administraciones públicas deberían hacérselo mirar dos veces antes de subvencionar a grupos empresariales que utilizan los cientos de miles de euros que reciben solo para sanear sus cuentas de resultados, pero no para mejorar los servicios que prestan, o deberían prestar, a la sociedad y para generar empleo.
Mi solidaridad para con los compañeros de gremio que esta semana se han quedado sin trabajo y mi más sincero deseo de que su situación de desempleo dure lo menos posible.
Sin periodistas, no hay periodismo. Y sin periodismo, no hay democracia.