Mala fe
No tenía previsto redactar y publicar estas líneas, pero no me queda más remedio, porque, si no lo hago, reviento. El pasado viernes, 18 de diciembre, el PA y el señor Romero volvieron a mentir descaradamente al pleno. Y volvieron a hacerlo con premeditación y alevosía y con la desfachatez y la desvergüenza a las que ya nos tienen acostumbrados. A través del portavoz de su grupo, el señor Romero negó haber trabajado para el Ayuntamiento de Algeciras y al hacerlo, una vez más, incurrió en falsedad.
El hoy primer edil barreño trabajó para el Ayuntamiento de Algeciras siendo alcalde de esta ciudad el señor Patricio González, que por entonces era, además, su compañero de partido. Y, encima, lo hizo rozando la ilegalidad. Esto es, a través de un contrato de servicio, y no mediante un contrato laboral, como si se tratara de un empresario o trabajador autónomo, a pesar de que su función no fue otra que la de ejercer como mozo de almacén, o alguna que otra tarea de similar enjundia, según tengo entendido. Aunque, eso sí, lo que no sé, porque no me consta, es si mientras trabajó –lo de trabajar es un decir– se dio de alta y pagó las correspondientes cotizaciones a la Seguridad Social.
Claro que esta no fue la única mentira con la que el PA y el señor Romero nos deleitaron a los que tuvimos la oportunidad de asistir a dicha sesión plenaria. Hubo otras, pero necesitaría mucho más espacio y minutos de los que dispongo para citarlas y explicarlas. Sirva, no obstante, como botón de muestra lo que afirmó (casi como de pasada) respecto a La Gertrudis. Una finca propiedad de la empresa municipal Gama, S.L., valorada en más de 30 millones de euros, que fue subastada y adjudicada a la sociedad Iglesias Peral, S.L. por una deuda que apenas superaba el millón de euros. ¿Saben quién era el representante legal de la citada sociedad perteneciente al conocido empresario Pedro Castillo? ¿No lo saben? Pues no se preocupen que yo les cuento. El mismo abogado –¡vaya casualidad!– que durante años ha representado y representa tanto al PA de Los Barrios como a Jorge Romero en muchos casos ante los tribunales. Así que juzguen ustedes.
Con todo, no es esto lo más censurable. Lo verdaderamente censurable es que cuando la finca salió a subasta el señor Romero, como alcalde y presidente de Gama, S.L., ni trató de evitar el embargo –planteando una propuesta de pago o algún otro tipo de acuerdo– ni se personó en la puja para defender el interés del Ayuntamiento y, por ende, del pueblo de Los Barrios. Del mismo modo que no defendió los intereses del Ayuntamiento y, por ende, del pueblo de Los Barrios en temas como el cobro de la tasa por la retirada, transporte y tratamiento de los residuos inertes de Acerinox y la titularidad del vertedero.
Pero no se vayan que aún hay más. Si La Gertrudis ha dejado de ser –momentánea o definitivamente– propiedad de Iglesias Peral, S.L. y ha pasado a estar bajo control del administrador concursal que se ocupa de la liquidación de Gama, S.L., desde la disolución de la empresa y su sometimiento a concurso, no ha sido gracias precisamente al esfuerzo y la voluntad del señor Romero (y sus compañeros de filas), sino al propio administrador designado por el Juzgado de lo Mercantil, ante las presiones recibidas después de que el asunto fuera aireado en varias ocasiones a través de la prensa.
Otra falacia muy relacionada con lo anteriormente expuesto es la referida al patrimonio de las desaparecidas empresas municipales. No voy a afirmar yo que dichas empresas no tuvieran un elevado nivel de endeudamiento, porque es absolutamente cierto que lo tenían. Ahora bien, cada vez que al señor Romero y al señor Alconchel se les llena la boca de veneno hablando de esta cuestión, y mencionando cifras de 90 o 100 millones, según les convenga, obvian que, hipotecado o sin hipotecar, registrado o sin registrar, dicho patrimonio, al menos hasta 2011, existía. Cosa distinta es que el valor de lo que son los bienes inmuebles se haya visto reducido notablemente en los últimos años, como consecuencia de la crisis –aparte de algún que otro tejemaneje–, igual que se ha visto disminuido el valor de las viviendas de la mayoría de los españoles.
No estoy tratando de restar importancia a los errores que se pudieran cometer, y que, indudablemente, se cometieron, en la gestión de las distintas sociedades municipales. Aunque sí estoy tratando de poner al descubierto la mala fe con la que, sobre todo, el señor Romero –obsérvese que no incluyo al señor Alconchel– ha actuado y actúa. Lo hizo mientras estuvo en la oposición y lo sigue haciendo desde que gobierna, con el agravante de que ahora, además, tiene poder y recursos para llevar adelante sus venganzas personales y causar daño a su antojo
Créanme. Estoy hasta los mismísimos de que el señor Romero, directa o indirectamente, me llame enchufado cada vez que le viene en gana. Y más aún teniendo en cuenta que desde hace prácticamente cuatro años estoy fuera del Ayuntamiento. Resulta toda una ironía que sea precisamente el primer y único alcalde en la historia reciente de Los Barrios que ha sido señalado con el dedo acusador de la justicia –a través de la jurisdicción contencioso-administrativa– por llevar a cabo contrataciones ilegales el que se permita un día sí y otro también observaciones de ese cariz sobre mi relación laboral y la relación laboral de los demás trabajadores despedidos con el Consistorio barreño, mostrando un comportamiento indecente, miserable, mezquino y, por supuesto, indigno del cargo que ostenta.
Pero, ya que hablamos de enchufados y de enchufismo, bien haría el señor Romero en aclarar, por ejemplo, cómo entró y en qué situación contractual se encuentra quien actualmente es su responsable de comunicación. Cómo accedió a su puesto quien hoy está al frente del gabinete de alcaldía. O, tal vez, qué recomendaciones da a las empresas que prestan servicios a una administración pública como lo es el Ayuntamiento, y que han de regirse por los mismos principios por los que ha de regirse este a la hora de contratar, respecto a la selección de los operarios que emplea.
En fin, podría tirarme hoy toda la tarde y toda la noche escribiendo y fustigando con mi verborrea al señor Romero y compañía. (Para pesar de todos aquellos que, no sin algo de razón, piensan que en estos menesteres me excedo y que debería convertir a otros en blanco de mis críticas, olvidando que esa es una elección que única y exclusivamente me compete a mí). Sin embargo, no lo voy a hacer. Por mucho que me lo pidan el cuerpo y el alma, no me voy a tirar toda la tarde y toda la noche escribiendo contra este primer edil que se cree mesías-mártir de los barreños. Entre otras razones, porque otras ocupaciones mucho más urgentes, y provechosas para mi salud y mi espíritu, me reclaman.
Ahora, eso sí, no me voy a despedir sin recordar aquello que en ocasiones parecidas a esta suele recordarse y que, además, viene muy a cuento. El tiempo es juez sabio e implacable y pone a cada cual en su sitio. Así que ya veremos quién tiene que pedir perdón a quién.
Noticias de la Villa, 23 de diciembre de 2015